cosas de olga: 2008

jueves, 23 de octubre de 2008

martes, 29 de julio de 2008

Turón, renglones hasta Rusia
El Ateneo del Valle participa en una exposición en Moscú sobre el nacimiento y desarrollo de las bibliotecas ligadas al movimiento obrero

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reproducción de j. r. silveira
MULTIMEDIA
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Turón (Mieres) R. G. INGERTO La historia del Ateneo de Turón se desplazó hasta Moscú, donde, a través del Instituto Cervantes, se arrojó luz al germen de lo que hoy conocemos como lectura pública. El director de la biblioteca mierense, Jesús Fernández Álvarez, ilustró el nacimiento de los ateneos obreros y su papel como protagonistas de la instrucción. En la capital rusa permanecerá, hasta el 10 de septiembre, una exposición que muestra la evolución de la lectura pública en Asturias desde sus inicios hasta la actualidad. El movimiento obrero siempre ha asociado la cultura y la lectura, de tal forma que para alcanzar la sabiduría era indispensable leer gran cantidad de libros. Ese romántico pensamiento de que a través de la educación se podía lograr un mundo mejor impregnó a los ateneos obreros a finales del siglo XIX. En la cuenca del Caudal, no sería hasta 1.925, cuando se funda el Ateneo de Turón, que en pocos años se convierte en un referente para toda Asturias en materia de lectura pública. Uno de los hitos que marcó en toda España la biblioteca turonesa fue un cambio radical para aquella época. Según Jesús Fernández, «las semillas de los servicios de préstamo de hoy en día se plantaron en Turón, ya que allí, a diferencia del resto del país, se permitía sacar los libros de las bibliotecas». Este hecho se extendió por la geografía asturiana de modo que se alcanzaron los 434 centros bibliotecarios, tal y como afirma el profesor de Historia y Geografía de la Universidad de Oviedo Ángel Mato. El movimiento asturiano que desarrolló la lectura pública fue impulsado por los ateneos obreros. Sin embargo, no resultó ser el único del país, ya que en Cataluña se inició en aquellas fechas un auge similar. La diferencia entre ambos radica en su propio origen. En Asturias fue el movimiento obrero en su intento de construir una sociedad mejor y de culturizar a sus seguidores el que fomentó ese auge. Por otra parte, en Cataluña el desarrollo de la lectura pública estaba impulsado por la propia Generalitat. El Ateneo turonés no limitó, por aquel entonces, su actividad a la de una simple biblioteca de préstamo. «La vocación de los obreros, que pusieron en marcha el centro, era lograr la instrucción de los trabajadores para alcanzar logros sociales», afirma Fernández. Así se ofrecían cursos para complementar la educación de los niños que dejaban pronto el colegio. Los que acudían tenían la posibilidad de aprender mecanografía, dibujo, matemáticas, etcétera. Incluso, asegura el actual director de la biblioteca del Valle, «había cursos dirigidos para las mujeres». En aquellos años el Ateneo contaba con el apoyo de las propias empresas para promover la cultura. Éstas buscaban desviar a los trabajadores del ocio de la época, que era la bebida, y aumentar así la seguridad laboral, según afirma Jesús Fernández. El auge del centro de Turón alcanzó su cúspide en 1.932 cuando llegó a presidir la Federación de sociedades culturales del Principado. Sin embargo, las consecuencias de la Revolución de Octubre de 1.934 y la Guerra Civil hicieron desaparecer gran cantidad del fondo documental de la biblioteca del valle de Turón. No obstante, se había plantado una semilla que poco a poco iría germinando en el interior de los asturianos. Tras la victoria del frente nacional el Estado franquista decidió que había que purgar las bibliotecas antes de ponerlas en marcha de nuevo. Para ello se crearon listas que clasificaban los libros según sus propios criterios. Unos eran aptos para la lectura; otros, para lectores determinados, y una tercera, que eran para destruir. Sin embargo, no todos se destruyeron ya que se creó lo conocido como «fondo infierno», donde se encontraban libros de autores rusos, de Pío Baroja, Alejandro Dumas... Una vez eliminados los documentos contrarios al régimen, se eliminaron los ateneos como se conocían hasta la fecha. A pesar de todo, la semilla plantada germina y en 1.945 la biblioteca turonesa vuelve a abrir las puertas.